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Uno no es el número más solitario
Jolivette N Mecenas

Estados Unidos

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Sin embargo, hay ciertas habilidades que a menudo se dejan fuera del discurso público. Esto en general es a causa de nuestros propios...

Entrar a un restaurante solo un viernes por la noche, pedir una mesa para uno, saborear una cena completa con vino, y disfrutar de un café mientras se esta rodeado de mesas de amigos que conversan en voz alta o, peor incluso, apasionados amantes llenándose unos a otros la boca de helado de limón, requiere de una gracia suprema y una habilidad de la talla del más refinado arte. Algo que una madre no enseñaría.

Tengo que admitir que hay pocas cosas que me causan más placer que compartir una comida con amigos, ya sea en un restaurante o en casa; las conversaciones y las risas fluyen, recordamos viejos tiempos y los paladares se regocijan y son felices.

Sin embargo, hay momentos en la vida, en los que me encuentro lejos de mis amigos, o incluso más lejos de algún amor. En estas instancias, me niego rotundamente a ceder uno de los placeres epicúreos que puedo satisfacer por mí misma: comer.
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