Hoy, me inquieta la situación en el gobierno y estoy especialmente preocupada por la gente de Gaza. No me preocupa demasiado Belén porque creo que es un área sagrada. La gente de allí es muy amable, así que, quizás, no pase nada malo.
8:00: Empiezo las tareas diarias, que incluyen los platos, lavar la ropa y cuidar a mis dos hijos más pequeños. Tengo una hija y tres hijos. Tengo grandes sueños para ellos. Grandes esperanzas. La vida es más fácil para mí de lo que lo fue para mi madre, en el sentido de que hay muchas más cosas disponibles más fácilmente, como pañales para los niños. Pero la situación política es mucho más difícil ahora de lo que era entonces. Antes, la gente podía entrar a Jerusalén sin permiso; hoy no se puede.
10:00: Hago café para mi marido. Es un buen hombre, pero no hay trabajo para él. Espero que encuentre trabajo. Actualmente, muchas mujeres palestinas tienen que darse maña para proveer a sus familias cuando sus maridos se quedan desempleados. Por eso, algunas hacen bordados palestinos tradicionales que luego venden en otros países o a los turistas que vienen.
12:00: Empiezo a preparar el almuerzo porque los niños vuelven de la escuela por la tarde. Por lo general, comemos arroz con pollo, verduras y yogur. Espero que a mis niños les vaya bien en la escuela y que, algún día, puedan ir a la universidad. Espero que mi hija crezca con una buena personalidad, una buena educación, una buena oportunidad laboral y que, después, se case con un buen hombre y críe a sus hijos. Espero que nuestra situación política mejore y que podamos llevar vidas normales.
2:00: Cuando los niños vuelven de la escuela, comemos en familia. La familia es tan importante. Aquí, en el campo, nuestros familiares son nuestros vecinos. Esto es bueno porque puedo visitar a mi madre todos los días y ayudarla a en su casa.
4:00: Mis hijos empiezan a estudiar. Si necesitan ayuda con la tarea, les doy una mano. Recuerdo cuando tenía su edad... fue la última vez que visité nuestro pueblo, Beit Gibreen. Recuerdo el pasto alto y los muchos olivos que crecían allí. Las casas parecían muy viejas e, incluso, había algunas iglesias que quedaron de la época de los romanos, aun cuando era un pueblo musulmán. Ahora, ahí no vive nadie. Espero que, algún día, mis hijos regresen allí. Lo espero, pero no creo que lo hagan.
6:00: Voy a visitar a mi madre y a mi hermana. Ayudo a mi madre con cualquier trabajo que necesita hacer en la casa. Mis hijos juegan afuera. A veces, me preocupa su seguridad. A veces, vienen al campo soldados israelíes que buscan hombres. A veces, tiran gas lacrimógeno. Tengo que llevar a mi bebé al cuarto de atrás, pero, incluso cuando hago eso, siento que no es seguro.
8::00: Ya todos volvimos a casa y los más grandes se preparan para ir a la cama, cerca de las 9. A mi hija le gusta ver Tom and Jerry en la televisión. Por lo general, viene la familia de visita. Cuando vienen, bebemos café o té. Las visitas son siempre bienvenidas.
10:00: Ahora, los más grandes están dormidos, pero los más pequeños todavía están despiertos. Buscamos una linda película extranjera en la televisión. Si los niños se duermen, podemos ir a la cama cerca de las 11:30 y descansar un poco antes de que empiece el nuevo día.
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Soy palestina, madre de cuatro y refugiada. Mis dos hijos mayores son Issa, de 12, y Mamdouh, de 11. Como Issa es mi primer hijo, me llaman Imm Issa ("madre de Issa"). Tengo una hija de cuatro, Jawa, y un bebé que acaba de cumplir un año y al que le encanta decir "mama".
Cuando era chica, mi padre trabajaba como obrero de la construcción y mi madre se quedaba en casa para cuidar de los hijos. Aún vive y, hace poco, consiguió trabajo como cocinera en el hospital local. La situación política entre Palestina e Israel está en peligro y mucha gente está desempleada, incluyendo a mi marido, Mukhleis. La vida no es fácil.
En 1948, la gente de nuestro pueblo, Beit Gibreen, fue obligada a dejar sus hogares por aquellos que querían crear el Estado de Israel. Ese fue el momento en que nuestras familias vinieron aquí y empezaron a vivir en tiendas como refugiados. Nunca se les permitió volver; todavía hoy tenemos prohibido regresar. En los 50, vinieron las Naciones Unidas y construyeron casas, una para cada familia. Nos dieron un nombre oficial, Campo Beit Gibreen, en memoria del pueblo que habíamos dejado atrás. En 1967, Israel ocupó Cisjordania. Todavía vivimos bajo esa ocupación. Cuando vamos a hacer nuestros documentos de identidad, las autoridades israelíes se niegan a reconocer el campo como Campo Beit Gibreen. Solo lo reconocen como Campo Al'Azzah, el nombre de la familia más prominente de nuestro pueblo.